Quienes me conocen se sorprenderán:
"¡éste un clásico y natural grinch, ateo y escéptico hablando de navidad!"
Pues si, y es que aunque éstas fechas estén llenas de mitología judeo-romana, mercadotecnia y máscaras, también son el pretexto (desencadenante) para hacer cosas buenas, aflorar buenos sentimientos y redimir algunos de nuestros malos actos o hábitos.
Aunque el origen de las fiestas de la Navidad se relacionan a con el supuesto nacimiento de Jesús de Nazareth, hace 2008 años (no se han puesto de acuerdo en la fecha) son realmente ancestrales y astronómicas, relacionadas con el solsticio de invierno.
Ha sido desde épocas remotas gracias a los escasos medios de supervivencia que provocaba el invierno, que los humanos se reunían y compartían para sobrevivir.
¡Y la creencia rebasó la realidad!
No haré un ensayo al respecto. A lo que voy, es que finalmente el pretexto de la Navidad ha sido responsable de detener guerras, de unir familias, de construir cosas buenas, y finalmente habrá que sopesar lo positivo y negativo.
Por ésta ocasión olvidaré lo negativo de las navidades.
Felices fiestas.